Nuestra Obra Social está hecha con multitud de voluntades encarnadas en personas de las más variopintas singularidades, procedencias, aptitudes y actitudes, indistintamente si -estas personas- han sido voluntarios, amigos, personal contratado, representantes de administraciones públicas, acogidos en la Casa Hogar, en el Centro de Día, representantes de las más variadas empresas, fundaciones, parroquias y un larguísimo, etc. Todos tenemos un punto de encuentro en común: proporcionar calidez, eficacia y calor humano, aportar lo mejor de nosotros en beneficio de las personas que vienen a solicitar ayuda, y que la principal ayuda que necesitan es el amor hecho servicio concreto a personas, con situaciones muy concretas. Con un bagaje de singularidades nada fácil de abordar, en muchos casos con grandes pesos muertos, difíciles de soportar por ellos y para nosotros.
Y porqué escribo esto, se preguntaran. Sencillamente, para poder explicar que una de esas personas ha sido nuestro Querido Domingo, que ayer por la tarde noche marchó en ese viaje definitivo a la Casa del Padre. Domingo, como muchas otras personas, pero con su singular firma ha dejado una indeleble impronta en esta su Casa, siendo para nosotros no solo un consuelo sino también y, sobre todo, un estímulo a emular. Es el camino que justifica todas las tareas que siempre tenemos que hacer para edificarnos a nosotros mismos.
Estos largos y profundos años de convivencia, de permanecía de Domingo con nosotros, han estado llenos de amor en una evolución constante. Se llenaron de una ininterrumpida sucesión de actividades, con la mirada puesta en cómo servir más y mejor a sus semejantes, y tan pronto lo encontramos aconsejando, corrigiendo, enseñando, animando los tiempos de ocio, en definitiva: haciendo familia. Esa tarea tan rabiosamente necesaria para el crecimiento personal en todos los estadios de la vida, y ahí encuentro el secreto de la felicidad natural y su extraordinario talante de estos últimos años, su buen humor y su paciencia.
Es de justicia y caridad darte las gracias Domingo, y lo hago en nombre propio y en el de cuantos formamos esta Casa tuya, esta familia grande que te quiere y te recuerda. Permíteme que le dé Gracias a Dios que nos hizo compañeros de camino estos años, en ese peregrinar que tú ya has superado con nota. Descansa en Paz, Domingo Iluminado Talavera Mejías.